Marianne North (1830-1890) fue una pintora, diarista y viajera inglesa, que vivió en plena época victoriana, pero que fue, sin duda, una ciudadana del mundo entero. Cuando tenía alrededor de 25 años, comenzó a viajar, acompañando a su padre, un importante político. Gracias a esos primeros recorridos por Europa y el Medio Oriente, Marianne conoció a varios artistas botánicos con los cuales aprendió las técnicas pictóricas que le darían su posterior fama y reconocimiento. Hacia 1870, su papá muere. A los 40 años, heredera del espíritu viajero paterno e impulsada por Charles Darwin, amigo de la familia, emprendió su más larga travesía, en solitario, dedicándole su ojo y pincel a la flora y fauna autóctonas de cada ciudad en la que arribaba.
Marianne viajó sin parar a través de Asia, América y África, durante 14 años, logrando elaborar una serie de 832 pinturas, que están expuestas hasta el día de hoy en el Jardín Botánico Real de Kew, en Inglaterra. Su obra tiene doble mérito: un valor artístico innegable, pues sus pinturas de paisajes y especies vegetales presentan un cromatismo vibrante, casi voluptuoso, y en ellas las flores, las plantas, los frutos se elevan como protagonistas, adquiriendo dimensiones grandiosas y abundantes, como si alabara la generosidad de la naturaleza; y un valor científico, ya que Marianne supo captar las formas, los colores y las texturas del mundo vegetal con gran fidelidad, en una época donde la fotografía aún no se masificaba. Incluso, se le atribuye el descubrimiento de muchas de las especies que retrató.
Marianne fue una pintora a todo terreno. Sacrificó comodidades con tal de estar lo más cerca posible de la naturaleza. Dormía en cabañas, sufrió picaduras de insectos, se enfermó en reiteradas ocasiones, pero nada de eso detuvo su proyecto, que a fin de cuentas era su proyecto de vida.
Poco antes de su muerte, Marianne visitó América del Sur, estableciéndose por algún tiempo en Chile. Durante su estadía, pintó más de 30 óleos de paisajes, pájaros, nidos, plantas y araucarias, y se enamoró de la cordillera de Nahuelbuta y de Concón. Sus pinturas de esas latitudes son testimonios gráficos eternos de una naturaleza que aún se encontraba en estado salvaje. Su oficio, en ese sentido, fue casi arqueológico.
La trayectoria y la belleza de las pinturas de Marianne no solo han sido honradas y conservadas con la exposición permanente de su colección pictórica en el Kew Garden y la publicación de sus diarios de viaje, sino también con el “bautizo” de varias de las especies que capturó, las cuales llevan su apellido, como, por ejemplo, la Nepenthes northiana, una planta tropical asiática.
Marianne North pintó también mariposas. Marianne North es una heroína Pupa.