Los personajes de los dibujos de Aloïse habitan en reinos fantásticos, cubiertos de flores y enamorados. La belleza femenina exorbitante dentro de su obra, descrita muchas veces como erotismo, es la línea que cruza de un papel a otro y que sorprendió a los doctores del psiquiátrico donde estuvo internada gran parte de su vida. Äloise nació el año 1886 en Suiza, y siendo muy pequeña sufrió la muerte de su madre y quedó al cuidado de Margarita, su dominante hermana mayor.
El sueño adolescente de Aloïse era ser cantante -le gustaba mucho la música de Handel- participaba del coro de la iglesia y tomaba clases de canto. También comenzó a notar su talento para el dibujo y a los 18 años ganó el primer premio en un concurso por su interpretación de un jarrón egipcio. Le gustaba dibujar personajes femeninos mitológicos, coronas y joyas. Hasta el momento parecía ser una niña como todas, pero no era así y, luego de ser descubierta por Margarita en un romance con un joven sacerdote, fue enviada a Alemania para trabajar al cuidado de dos niñas. Su nuevo trabajo duró sólo un par de semanas, el siguiente fue el de institutriz de las hijas del rey Guillermo II del que se dice, estuvo profundamente enamorada y obsesionada hasta su muerte.
En 1913 vuelve a Suiza sin dar explicaciones de su regreso pero sus hermanas sospechan la razón, Aloïse -además de su deteriorado estado físico- se comportaba de manera extraña y por tiempos prolongados se encontraba fuera de sí, actuando de manera agresiva. Con el comienzo de la guerra su estado se acentuó, haciendo públicas sus ideas pacifistas, lo que hoy sería visto como algo completamente normal pero en ese entonces era algo extraño. Participó en reuniones del partido socialista, hizo escritos de carácter religioso, al parecer, en donde expresaba su pensamiento sobre los delincuentes como víctimas.
Aparentemente, una “ardiente” carta escrita al rey que nunca llegó a destino fue la causante de su reclusión en una clínica psiquiátrica. Aloïse no sólo tenía una visión particular y una imaginación desbordante, para su desgracia los periodos de lucidez se hicieron cada vez más cortos y comenzó a hablar sola murmurando frases inconexas. En una carta describió su sentimiento como: “Mi ruina avanza de forma lenta pero segura, el fanatismo y enloquecido amor que siento me arrancó de mi cuerpo”, también menciona el inicio de una actividad creativa que sin embargo, mantuvo en secreto: “Cojo el papel de la basura para garabatear (se refería a sus dibujos); escribo en secreto a toda prisa “.
En la clínica llamaba “Princesa” a su compañera de habitación, “Madonna” y “Ángel” a las enfermeras que la atendían, a las que aveces incluía en sus dibujos transformándolas en hermosas mujeres con peinados elevados y vestidos color rosa. Gracias a su delicadeza manual trabajó como costurera de trajes de enfermera y así comenzó a ser querida por sus cuidadoras las que tiernamente le regalaban materiales para dibujar. Sus trabajos podían llegar a medir 10 metros, unía papeles de cuadernos para cubrir los muros de su pieza para decorar a gusto su pequeño reino. El doctor Hans Steck fue el primero en valorar seriamente el particular arte de Aloïse, la visitó hasta el final de su vida y logró resguardar la mayoría de sus escritos y dibujos. Como además era profesor de psiquiatría, presentaba como ejemplo muchos de los trabajos de los pacientes a sus alumnos, durante sus conferencias clínicas e internacionales en las que participaba. Fue en una de esas presentaciones, a fines de 1930, que Jacqueline Forel se enteró del trabajo de Aloïse .
En 1941 , la joven estudiante se convirtió en un médico y una tarde fue llamada para examinar a un paciente del asilo en donde se encontraba recluida Aloïse. Marcada por la obra que había visto antes, pidió reunirse con ella. Esa visita fue la primera de muchas en las que Jacqueline pasaba la tarde en el fascinante mundo de su nueva amiga. Estas reuniones no eran triviales para ninguna de las dos y, aconsejada por el profesor Steck, Jacqueline realizó su doctorado en medicina sobre el trabajo de Aloïse. El estudio, llamado “Aloïse o la pintura mágica de una esquizofrénica“, fue el primer paso en un largo proceso de descifrado de dibujos y escritos de la artista, pasando desde el campo de la medicina para centrarse en su mayoría en el aspecto artístico de la obra. En el estudio, la Jaqueline explora el mundo de Aloïse desde distintos ángulo, especialmente descubriendo sus fuentes, personajes emblemáticos y símbolos, haciendo énfasis en las palabras y formas. También ofreció una interpretación integral de su mecanismo de creación y renacimiento gradual a través del arte.
“La creación milagrosa, la creación de una fuente de éxtasis perpetuo“….”una situación que el equilibrio“…”un mundo con su colección de himnos“, bajo esas frases Aloïse describía su estado creativo, poco a poco su obra fue llamando la atención y no tardaron en llegar visitas relacionadas con el arte. Mientras tanto, avanzaba su rehabilitación compartiendo con enfermeras y compañeros, siendo la encargada oficial de la decoración de cumpleaños y celebraciones, las que también animaba cantando ópera. Se preocupaba mucho de que todo estuviera en orden tal como si fuera un baile real o un elegante espectáculo. Sus dibujos, que citaban escenas históricas que incluían a Napoleón, Josefina, Maria Luisa, Cleopatra, Ramsés II, Tutankamón, fueron expuestos el año 1963 en el Museo de Bellas Artes de Lausanne y la muestra tuvo un fuerte impacto en el público. Aparte de algunos artículos y comentarios negativos relacionados con la psicosis de la artista, muchos visitantes quedaron impactados por sus obras e hicieron algunas solicitudes de adquisición.
Antes de morir, Aloïse fue invitada a formar parte de la sociedad de mujeres pintoras del Art Brut de Suiza. El 5 de abril de 1964 “La emperatriz del Art Brüt” dejó de existir, después de hacer una última serie de obras de un estilo único.