“Detrás de cada gran banda, hay una gran mujer”. Esa es la frase que sostiene, en caracteres de color blanco que destacan sobre un fondo rojo, el título del documental sobre Freda Kelly, “Good Ol’ Freda”, la encantadora y discreta secretaria de The Beatles, quien tuvo el privilegio de trabajar con ellos durante once años.
El documental fue dirigido por Ryan White y lanzado en septiembre de 2013. A lo largo de sus 86 minutos, Freda relata sus vivencias y anécdotas como fan del cuarteto de Liverpool, fundadora del fan club oficial y secretaria personal de los músicos. Esta chiquilla, también oriunda de Liverpool, cuenta que compatibilizaba su trabajo de mecanógrafa con su afición por el skiffle y el rock & roll: a principios de los años 60s, en plena adolescencia, Freda abandonaba su máquina de escribir para salir por las noches con amigos a escuchar música en vivo en el mítico club The Cavern. En una de esas noches desenfrenadas, frente a un precario escenario y en un ambiente maloliente, vio por primera vez a The Quarrymen, una banda emergente local formada, entre otros, por Paul McCartney, John Lennon y George Harrison, y que sería conocida más tarde como “The Beatles”, cuya formación histórica se sellaría con la presencia de Ringo Starr. Freda asistió a más de un centenar de sus presentaciones, y cada vez crecía más su admiración por los fab four. Fue así como decidió formar el fan club oficial de sus músicos favoritos, cuyo primer centro de operaciones fue su propia casa. Paulatinamente, su buzón comenzó a repletarse de cartas de fanáticas, que imploraban un autógrafo de John, un mechón de cabello de George, un beso de Paul y, en menor medida, como la propia Freda bromea, algún recuerdo de Ringo. Berry, una de las beatlemaníacas, recibió de parte de Freda –sin concursos ni sorteos ni subastas de por medio, tan solo por el simple hecho de ser fan- un retazo de una camisa de John.
Freda, como si fuera la sacerdotisa de una nueva religión, sagradamente respondía la correspondencia, pedía a los muchachos que autografiaran toneladas de fotos y conseguía las reliquias que las seguidoras solicitaban con tanto fervor, convirtiéndose en la intermediaria terrenal entre ellas y los inalcanzables ídolos ingleses.
Y a pesar de la aparente omnipotencia de los cantantes, Freda supo tratarlos y protegerlos como seres humanos que eran, amados por multitudes de hombres y mujeres de todo el mundo, y acosados por nubes de chismes. En su rol de ‘guardar secretos’, se dedicó con afán a ocultar sus romances y las infidelidades de The Beatles.
En paralelo a sus labores como fundadora del fan club, y con solo 17 años de edad (♪Well, she was just seventeen/ and you know what I mean!♪), Freda recibió el más envidiado ofrecimiento laboral de toda la historia de la música, de manos del manager de The Beatles, el elegante Brian Epstein: ser la secretaria de la banda. Brian se sintió cautivado por la candidez de Freda, su energía, su sensatez, y vio en ella a una leal fan, pero no a una fanática desbordada: sabía que haría bien su trabajo, sin entrometerse en la vida personal de sus pupilos (en “Good Ol’ Freda”, es la primera vez en 50 años que habla de su íntimo vínculo con The Beatles), que sería el puente entre los beatlemaníacos y la banda, con responsabilidad y simpatía, y que aportaría en la expansión del fenómeno Beatle. Solo había un obstáculo para aceptar la oferta: su padre, quien odiaba el ambiente que circundaba a la música beat, y solo quería deshacerse de los sacos con cientos de cartas que llegaban día a día hasta su casa. Freda, con su encanto, logró convencerlo de que estaba tomando una buena decisión.
Y así fue. Freda perduró en su cargo por más de una década, contestando llamadas telefónicas, redactando cartas y boletines del club de fans, recibiendo correspondencia, enviando recuerdos con mucha generosidad, asistiendo a conciertos y a rodajes de películas, como Magical Mystery Tour, en la cual tiene una breve aparición.
A lo largo del documental, Freda va desempolvando los viejos y preciosos recuerdos de su época como secretaria de The Beatles, de la misma forma en que desempolva el ático de su casa, en el cual guarda cajas repletas de memorabilia Beatle: autógrafos, álbumes de fotos, revistas. No obstante, nunca revela las confidencias de sus compañeros, y desmiente los rumores de amoríos con los integrantes, que la persiguieron durante todos esos años, e incluso la falsa noticia de que se casaría con Paul, aunque explica entre risas que cada día le gustaba un Beatle diferente… y sugiere coquetamente que tuvo algún desliz con uno de ellos, pero se reserva el secreto como buena secretaria. ¿Habrá sido John o Ringo? ¿George o Paul?
Uno de los pasajes del documental da cuenta de la estricta fidelidad que la banda esperaba de Freda. En él, relata sobre su cercanía con la banda británica The Moody Blues, la cual generó suspicacia entre sus compañeros de trabajo. En una ocasión, John le preguntó dónde había estado la noche anterior y ella, con toda sinceridad, respondió que había estado con los Moody en su camarín, dejando entrever que estaba saliendo con un ellos. Bajo una especie de ataque de celos, John quiso despedirla del trabajo, pero pronto se arrepintió. No por nada Freda declara que John era el irascible del grupo. Ya sea como amada (eso nunca lo sabremos) o como amiga, mientras se contempla el filme, queda claro que Freda no fue solamente la asistente del grupo, sino una hija más de las familias McCartney, Lennon, Harrison y Starkey, con las que tomaba té por las tardes, conversaba sobre sus anécdotas para agregarlas a los boletines del club, y bailaba cheek to cheek en las fiestas de bienvenida que recibían The Beatles en sus viajes por el mundo. Aquí, una foto que habla por sí sola de esa hermosa complicidad: acompañando a Ringo y su esposa Maureen.
Es esa intimidad entre ellos y ella, espontánea y llena de gratitud, la que hace que el documental sea tan cautivante. No es la natural intimidad de los músicos con sus respectivas familias, ni la sensual intimidad entre ellos y sus novias, amantes o esposas; es la intimidad forjada a través de los años, gracias al trabajo y a la confianza de una chica completamente ajena a todos ellos, que de ser espectadora de sus shows, entró al círculo más íntimo de The Beatles, empujándolos a cantar desde las bambalinas. Fue la quinta Beatle.
En la actualidad, Freda tiene casi 70 años y sigue trabajando como secretaria, pero alejada del mundo de la música y el espectáculo. Disfruta del té y de su nieto.
¡Les recomendamos ver este precioso documental, les aseguramos que les habría encantado ser amigas de Freda y formar parte de su fan club sesentero!