Nada detuvo a Niki de Saint Phalle, una de las artistas más importantes del siglo XX, en su camino por vivir de su obra. Su trabajo, colorido y obstinado, en la cual podemos rastrear los acontecimientos de su propia vida.
Nacida en Francia en 1930, en un ambiente familiar estricto y decadente. Su padre era un banquero francés arruinado y su madre una mujer americana que vivía una maternidad no deseada. La inestable infancia de Niki era un continuo ir y venir entre la casa de sus abuelos en Francia y la de sus padres en Nueva York. Creativa desde bien joven, dibujaba sin parar, montando obras de teatro y siguiendo un curso de arte dramático.
Su evidente belleza la llevo a trabajar como modelo para revistas tan conocidas como Vogue de los 17 años a los 25.
Escapando de la sombra de sus padres, a los 18 se casó con su amigo de la infancia Harry Mathews y juntos tuvieron dos hijos.
En 1952, la pareja se mudó a París donde Niki tenía pensando estudiar teatro pero un año después fue hospitalizada a causa de una crisis nerviosa. Es en el psiquiátrico donde ella comenzó a pintar, plasmando sus sentimientos en la pintura de forma terapéutica. Allí siente la revelación de que no puede ser otra cosa en la vida más que una artista y desde entonces siempre plasmará en su obra su propia experiencia personal.
A la salida del hospital se mudaron a España. Su visita al parque Güell de Gaudí, la impactó profundamente, hasta el punto de obsesionarse con la idea de los espacios públicos y la creación de su propio jardín de esculturas.
En 1960, Niki y Harry se separaron. Niki abandonó la vida familiar convencional para mudarse a una colonia de artistas, junto al que será desde ese momento su compañero y colaborador, el pintor Jean Tinguely.
Es en ese periodo cuando crea sus cuadros con disparos. Una performance donde Niki dispara con un rifle, lanzando proyectiles que impactan sobre el lienzo, creando una explosión de color. Este ejercicio de violencia liberadora le otorga reconocimiento internacional y la integra en el circulo de Nuevos Realistas.
“Disparo a Daddy, disparo a los hombres, a los pequeños, a los grandes, a los gordos. Yo disparo a los hombres, a mi hermano, a la sociedad y sus injusticias. Disparo a mi escuela, a mi familia, a mi madre, a todos los hombres, a Daddy. Me disparo a mí misma, yo disparo a los hombres.”
En 1966, causo un gran escándalo en Estocolmo con su gigantesca escultura de una mujer embarazada a la que se accedía a través de su vagina. La obra es retirada tiempo después.
“Es un templo para mí, un retorno a la madre”
Su siguiente etapa artística, son sus mujeres esculpidas en en poliéster, las Nanas. Voluptuosas y alegres, simbolizan la gloria femenina, la liberación de los estereotipos impuestos por la moda.
Sus últimos veinte años fueron dedicados a su gran sueño el parque escultórico llamado El jardín del tarot. Situado en la Toscana, es un lugar mágico donde Niki desató toda su imaginación y talento.
En 1994, inesperadamente pública un libro titulado Mon secret. En él nos relata la violación a la que fue sometida por su padre cuando ella contaba con tan solo 11 años. Este terrible acontecimiento sin duda debió marcar su vida y obra.
Artista incansable, lo único que la paro fueron sus pulmones. Los años que trabajo puliendo poliéster (material altamente tóxico), pasaron factura a Niki, que se traslado a California, donde falleció años después.
Su prolífica carrera está llena de alegría y color pero también de compromiso y violencia. Una constante critica al rol femenino impuesto por la sociedad que nos sigue inspirando aún hoy.
“Quiero ser superior: tener los privilegios de los hombres y además guardar aquellos de la feminidad”