La cara de Léa Stein es desconocida -casi tanto como su biografía-, no así la de sus famosos prendedores de plástico laminado. Es sencillo reconocer el rostro tallado de sus felinos, insectos y celebridades como Joséphine Baker. Algunos pueblan los remates de Ebay y otros decoran anticuarios en Viena, pero todos son hermosos, delicados y únicos, creados por una de las más importantes orfebres del mundo.
Léa Stein nació en París el 11 de febrero de 1936 (aunque hay quienes sostienen que fue en 1931). Sus padres eran polacos y judíos, y buscaron asilo en Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Algunos dicen que Léa pasó gran parte de su infancia y adolescencia en un campo de concentración. Desde pequeña desarrolló su talento para la ilustración y el diseño y, aunque quiso dedicarse a eso en su adultez, no pudo hacerlo por las secuelas de la guerra en el ámbito laboral, así que trabajó durante varios años en una oficina.
En la década de los 50 conoció a su esposo Fernand (hay rumores de que lo conoció antes, en el campo de concentración), y hacia 1958 comenzó por fin a diseñar botones y hebillas con él. Por esos años, Fernand, químico de profesión, experimentaba con un material relativamente nuevo, el acetato de celulosa, que había sido usado anteriormente en el campo de la fotografía y la industria aeronáutica y militar. Juntos descubrieron que podían hacer piezas exquisitas de joyería con él, superponiendo capas del material y combinándolo con metal, encaje y otras telas texturadas, dándole un aspecto tridimensional a las figuras. Léa supo sacarle provecho a este descubrimiento, caracterizando a sus personajes a partir de ciertos colores y de ciertas texturas: por ejemplo, combinando el acetato con encaje podía hacer alas más reales para sus hadas.
Leá se inspiraba -y sigue inspirándose- en la literatura, la vida cotidiana y la naturaleza para diseñar sus pequeñas criaturas multicolores de plástico. En su mundo fantástico, conviven gatos, perros, flappers, tenistas y saxofonistas, todos muy elegantes, coloridos y urbanos, con mariposas, zorros, monos y búhos, así como también con bestias míticas como dragones.
El arte joyero de Léa se destaca especialmente en los prendedores figurativos. Aunque sus diseños son simples, con reminiscencias Art Déco, y sus paletas cromáticas son sencillas, el proceso de elaboración era muy complejo. Entre su paso por el horno, por el enfriamiento y por el corte podían transcurrir seis meses. Además, cada pieza es única y hecha a mano: no hay dos prendedores iguales, por mucho que se parezcan. Un matiz del color, una textura nacarada o brillante, la aplicación de serigrafía o un gesto pueden diferenciarlos. La originalidad de cada prendedor está además resguardada porque cada uno lleva un nombre y porque en su reverso, en el broche, se lee “Lea Stein Paris”.
Hoy en día, y después de décadas de experimentación y experiencia, Léa sigue creando hermosas joyas con la ayuda de su hija arquitecta, quien la asiste con las ilustraciones, sus dos hijos que la asesoran en el plano económico y sus diez nietos.
Imágenes:
- Prendedor Josephine Baker: Pinterest
- Prendedor Mujer: Jewelry Bubble
- Prendedor Hada: Harlequin Market
- Prendedor Gato: Harlequin Market
- Prendedor Mariposa: Gillian Horsup
- Prendedor Dragón: Harlequin Market